Las cartas están al borde del árbol de navidad. Papá Noel se las llevará en cualquier momento. ¿Cuándo fue que nos bajaron para siempre de la montaña rusa? ¿Cuándo fue que nos dijeron, así porque sí, "Papá Noel no existe"? ¿Quién se atrevió a desenchufar el sueño más real de nuestras vidas? ¿Quién borró nuestra mejor sonrisa? ¿Quién cambió en el diccionario "desesperación" por "desesperanza"? El día en el que supimos la verdad, ¿también aprendimos a mentir? ¿Quién no habló de Papá Noel? ¿Quién no va a hablar? ¿Quién será el primero que se anime a decir "somos nosotros"? ¿Qué pasaría si los nenes nunca se enteraran de ese gordo barbudo y cariñoso? ¿Qué ocurriría si supieran, ya desde la primera noche, que son ellos, papá y mamá, los superhéroes? ¿Que son ellos, papá y mamá, los que hacen los mejores regalos? ¿Que son ellos, papá y mamá, los propietarios de su grito loco?
Nacemos condenados a pensar que la felicidad proviene de otra sangre y de otra cara. ¿Nochebuena será la fiesta de los nenes o será, más bien, el festival de los mercados internacionales y de los intereses comerciales? ¿Sabrá Papá Noel que se viste de rojo y blanco en honor a su padre? El padre de Papá Noel es muy conocido por todos y cae bien en las mesas y en las panzas. Se llama Coca Cola, y todavía le miente a su hijo diciéndole que los Reyes Magos también existen.
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