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Grigori Rasputín hipnotizó hasta el día en el que nació: aún hoy no se sabe con exactitud qué jornada de enero de 1869 arribó al mundo. Lo cierto es que a los poquitos años, mientras las fechas de partida continuaban sin ponerse de acuerdo, abandonó la escuela para dedicarse al hurto de caballos, de ovejas y de cualquier animal que anduviera suelto por ahí.
En una de esas tardes estivales en las que monitoreaba chacras, cayó a un río de agua helada. Su hermano lo rescató y luego murió de neumonía. Rasputín pasó varias semanas en coma, pero sobrevivió.
Pronto comenzó a vivir en la boca de todos: que podía hablar con la Virgen María, que sabía leer las mentes, que predecía el futuro, que a éste una vez le había sanado un burro cojo y que a ese otro, con tan solo apoyar un dedo sobre una de sus vacas, había hecho que ésta produjera leche para un mes entero.
Tiempo después, cansado de que lo acusaran con el dedo cada vez que desaparecía un cerdo, escapó de su pueblo y se lanzó a los caminos: fue de monasterio en monasterio cultivándose de libros y enseñanzas, de vodka en vodka degustando pecados y al rato olvidos, y de orgía en orgía perfumándose el cuerpo de aromas y sentires. Precisamente en esos trances adquirió una oralidad y un poder de convencimiento inigualables.
Su reputación de brujo superdotado no tardó en llegar a las altas cumbres de la dinastía Romanov, que en secreto ocultaba la hemofilia que padecía Alexéi Nikoláievich, hijo del zar Nicolás II y de la zarina Alejandra. Un día, desesperados porque Alexéi lloraba y se quejaba por los dolores que le causaba la enfermedad, los zares tocaron la puerta del monje loco. Rasputín ingresó a uno de los cuartos del Palacio Real, rozó al nene de dos años, pronunció unas palabras y lo curó. El milagro no sólo sirvió para ganarse la confianza del emperador, sino también para que su voz empezara a escucharse en los diversos debates políticos.
El 29 de junio de 1914, una fecha después del atentado a Francisco Fernando, archiduque de Austria, Rasputín fue apuñalado al salir de una iglesia por una ex amante llamada Guseva. Él no pudo reconocerla: Guseva tenía la cara comida por la sífilis. El cuchillo lo dejó un mes hospitalizado, pero con vida.
Desde el sanatorio, mientras cicatrizaba la herida, le envió una carta al zar Nicolás en la que reprobaba su decisión de ingresar a la Primera Guerra Mundial: "Una terrible nube de tormenta se cierne sobre Rusia. Desastre, dolor, sucia oscuridad y nada de luz. Un océano de lágrimas, y tanta sangre. El desastre es grande; la miseria, infinita".
El zar no quiso leer su mensaje premonitorio y Rusia, con casi dos millones de muertos, fue el más perjudicado en el conflicto bélico.
Miembros de la aristocracia de aquel país, al ver el rechazo de Rasputín hacia la Gran Guerra y hartos de la influencia que tenía éste en algunas medidas del Imperio, planearon su muerte. Lo invitaron a una fiesta en la que le ofrecieron una torta rellena de vainilla y también de cianuro. Rasputín comió veneno, y ni siquiera se mareó. Entonces le metieron un tiro en el corazón, y otro, y otro más. Rasputín sólo se tambaleó. Lo llenaron de golpes y de pisotones. Rasputín sangró y farfulló, pero vivo siguió. Cuando quedó casi inconsciente, recién ahí, lo desecharon al río Neva.
Días más tarde, la autopsia del crimen reveló: Rasputín no había muerto por envenenamiento ni por los tiros ni por los golpes. Había muerto ahogado.
Un año después de su asesinato, soldados del ejército revolucionario ruso abrieron su tumba, sacaron el cuerpo y lo prendieron fuego.
Por las dudas.
EXCELENTEEEEE!!!
Tremendo 😊. Gracias nuevamente genio 👏